sábado, 7 de abril de 2012

Tinita

(...) mi boca tiembla para definirte,
porque apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes.

 -Pablo Neruda, La Mamadre-

Hoy es uno de esos días que me gustaría caminar por el pasaje uno y encontrarte fuera de tu casa conversando con cualquier vecina, o discutiendo sobre fútbol, defendiendo hasta la muerte el partido del día anterior, sus triunfos o derrotas.
Me gustaría llegar tempranito a tomar desayuno después de la misa dominguera, darle un beso en la frente a la tía Maggi, y abrazarte escuchándote decir que soy una ingrata que llevo días sin ir a verte.
Hoy me gustaría verte haciendome huevos a la copa, hablarte de la universidad mientras picas el pancito que vas metiendo poco a poco a la taza del colo, infaltable en la mesa.
Me encantaría ir a la feria, acompañarte y sentir que todo el mundo te conoce, que todos te saludan, y te dan yapa en las paltas porque conoces al hombre dueño del puesto que hasta el día de hoy le da de más a mi madre cuando yo la acompaño.
También no podría obviar tus días de pago, para luego ir a tomar un helado al "Oasis" de la plaza de Puente y que me des unas luquitas para la semana.
Hoy quiero revivir tantos momentos,
y en cada lágrima que sale de mi ojo te revivo,
escucho tu voz dulce,
siento tu piel aspera, llena de cloro, llena de tanto trabajo.
Revivo tu felicidad cuando íbamos TODOS camino a Viña,
y revivo mi tristeza cuando tu cuerpo me abandonó.

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